Jaime Santillán y Mario Torres son los fundadores de Wipala Snacks, un emprendimiento que primero nació como una tesis universitaria, pero que decidieron hacerlo realidad. Ahora exportan productos a Estados Unidos, Panamá, Alemania, España y Chile. Conoce aquí su historia.
¿Cómo nació Wipala Snacks?
Wipala Snacks ofrece barras energéticas sin químicos de banano, piña, cacao, quinua y chocho. El nombre proviene de la palabra quechua Wipala que significa unión de pueblos andinos. Ambos fundadores señalan que su marca emplea a diez personas y cuenta con las certificaciones USDA Organic, HACCP, entre otras.
La idea de este emprendimiento nace de una tesis universitaria donde Jaime y Mario averiguaron cómo se formaba un negocio, en dónde conseguir los ingredientes y en cómo exportar sus productos.
Con el proyecto terminado en la Universidad Casa Grande de Guayaquil, ambos emprendedores se plantearon hacerlo realidad y así nació Wipala Snacks.
“La idea de Wipala nace cuando mi socio Mario y yo, al momento de presentar nuestra tesis universitaria, decidimos basarla en la exportación de barras energéticas hacia Estados Unidos. La idea estaba muy basada en que podamos juntar las cuatro regiones del Ecuador en un solo producto. Mario manejaba el área de productos tropicales y yo estaba relacionado más con lo andino como la quinua, chocho y amaranto”, comenta Santillán de 34 años a El Universo.
Sin embargo, el proceso no fue fácil. Ellos tuvieron que aprovechar cada etapa para formular las barras energéticas. Estuvieron en la Universidad de San Francisco de Quito y realizaron todo tipo de testeos con otras instituciones educativas, todo pensando para un lanzamiento real y no como algo académico.
“Nos unimos con mentores en capacitaciones de producción, inversión, luego logramos comenzar en Milagro con una planta y a través de un préstamo compramos maquinaria y tuvimos las primeras ventas en 2016″, dijo Jaime Santillán.
Modelo de negocio
Las barras energéticas, en un principio, se vendían en ferias y posteriormente llegaron a ciudades como Quito, Cuenca y Baños a través de los estantes de Supermaxi.
Inicialmente, se comercializaban 10,000 unidades, pero en el supermercado lograron vender 60,000 barras energéticas. Este crecimiento les permitió expandir su catálogo y agregar presentaciones de frutas y vegetales destinadas a niños de seis meses en adelante.
Además, en el año 2020, lanzaron al mercado un cereal de quinua con canela y otro con chocolate. Más adelante, incorporaron proteínas en forma de cachitos de queso cheddar y cebolla, junto con un gel energético bebible.
Gracias a estos avances, la marca en la actualidad ofrece un total de 16 productos endulzados con panela que se exportan a Estados Unidos, Panamá, Alemania, España y Chile. En Estados Unidos, por ejemplo, se pueden encontrar en Walmart y Amazon Online.
Para Wipala Snacks, las exportaciones representan su principal motor de ventas, ya que constituyen el 75% de las ventas totales, en comparación con el 25% que se comercializa en territorio nacional.
«Siempre tuvimos la intención de crecer horizontalmente, estar a la vanguardia. Nuestra mayor fuerza es por exportaciones, pero queremos equilibrar”, asegura.
¿En dónde compran la materia prima?
Según comentan los empresarios, la materia prima es comprada directamente a los agricultores sin utilizar intermediarios.
“Siempre trabajamos como tribu y toda la cadena que forma parte de nuestro negocio es una forma práctica e inmediata de expandirte a otros mercados”, apunta Santillán.
Logros y proyecciones
La empresa recibió en 2017 el galardón como la Empresa Pyme mejor exportadora por ProEcuador. Asimismo, en 2018, el Banco Mundial los nombró como emprendimiento insignia de Ecuador.
Por otra parte, Jaime Santillán menciona que su objetivo es posicionarse como la primera opción de alimentos ricos y saludables en todo Latinoamérica.
“Queremos posicionarnos como la primera opción de alimentos ricos y saludables a nivel latinoamericano. Queremos romper el esquema de que lo natural no es tan rico. Que nuestros clientes tengan dos sentimientos interesantes, el de estar satisfecho con el sabor y el impacto nutricional y ambiental”, explica Santillán.