Hace alrededor de 15 días, el director del Servicio de Rentas Internas (SRI), Francisco Briones, declaró que en el mundo de los influencers de rede sociales “realmente se mueven millones de dólares. Hay muchos influencers que reciben transferencias millonarias por parte de las empresas de redes sociales fuera del radar de las autoridades tributarias ecuatorianas”.
Economía digital
Este tipo de declaraciones, junto con la exposición de la economía digital y la profundización del uso de redes sociales desde el inicio de la pandemia de la Covid, han consolidado una realidad social en donde cada vez más ecuatorianos ven a los influencers como un modelo económico y de vida.
Con base en las búsquedas de Google, un reciente estudio apunta a que la profesión deseada por los ecuatorianos no es ser astronauta, científico, ingeniero, geólogo o técnico en informática; sino convertirse en un influencer de redes sociales.
Es decir, una persona que genera contenidos audiovisuales (fotos, videos, etc) en plataformas como Facebook o Instagram; y generan ingresos de acuerdo al número de seguidores, interacciones, contratos con marcas, colaboraciones, entre otros.
Con datos recabados entre octubre de 2021 y octubre de 2022, la mayoría de las búsquedas que iniciaron con la frase “como ser un”, se completaron con la palabra influencer, sobre todo en los segmentos más jóvenes entre 18 y 35 años.
Pocas oportunidades de trabajo
La economía ecuatoriana precisamente genera pocas opciones laborales para esos jóvenes, que, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC), representan más de 4 de cada 10 ecuatorianos en la informalidad y el desempleo.
Lorena Mora, economista y docente, explicó a diario La Hora, que a las precarias oportunidades laborales se suma una deficiente educación primaria y secundaria que no impulsa a que la gente busque formarse en perfiles técnicos y tecnológicos con alta demanda en el Ecuador y el mundo; sino que llena las facultades universitarias en las mismas cuatro o cinco profesiones ya saturadas.
“Existen muchos jóvenes, y no tan jóvenes, frustrados porque no pueden salir de la informalidad, o que sobreviven en trabajos mal pagados y con pocas garantías. En ese escenario, muchos se interesan por saber cómo hacerse influencer para mejorar su mala situación. En muchos casos se tiene la imprecisión que esa actividad es fácil y genera mucho dinero; pero es más compleja de lo que parece y no todos los influencers están forrados de dinero”, puntualizó.
Creadores de contenidos
Pero no todo lo que parece brillar es oro. Rosanna Zaldumbide, educadora en escuelas y colegios, comentó que se puede canalizar el interés creciente por lo audiovisual y las redes sociales hacia generar interés en los niños y jóvenes sobre las oportunidades que da la tecnología y las profesiones técnicas.
“Los influencers cumplen una función social, e incluso en muchos casos de divulgación de conocimientos. A través de su popularidad, se puede incentivar el interés por otro tipo de actividades que cada vez son más importantes en la economía presente y futura”, añadió.
El interés por convertirse en influencer no es solo una realidad ecuatoriana; sino que se replica, por ejemplo, en casi todos los países de Sudamérica. Las únicas excepciones son Guayana y Trinidad y Tobado donde la profesión más deseada es la de escritor; la Guayana Francesa donde las búsquedas están encabezadas por la profesión de abogado; y Brasil donde las preferencias apuntan a convertirse en empresario.