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Martes 13, ¿por qué se dice que es de «mala suerte»?

Esta semana tuvimos el segundo martes 13 del año (septiembre y diciembre), pero, ¿sabes de dónde viene la creencia de la "mala suerte"?
Por Andrés Dávila Monroy
2 minutos
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Los martes 13 se considera un día de mala suerte en diversos países del mundo, tanto en América Latino, como Europa. Esto incluso ha hecho que el número se ligue a supersticiones y creencias sobre la muerte y la mala suerte.

¿Por qué el martes 13?

De acuerdo a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), uno de los posibles orígenes de esta creencia sobre el martes 13 se da en la cultura romana. Los romanos consideraban que al planeta Marte como un dios, en específico el de la guerra. Debido a ello, el color rojo estaba asociado a la sangre, violencia y destrucción. Gracias a este dios latino es que se habla del día martes, pues era el día en honor a Marte.

Respecto al número 13, existen diferentes razones por las que se relaciona con la mala suerte, pues dicho número aparece en leyendas y hechos trágicos de diversas culturas.

Por ejemplo, las personas presentes en la Última Cena fueron 13 (12 apóstoles y Jesús). También, hay 13 espíritus malignos según la cábala judía y fue en el capítulo 13 del Apocalipsis donde llegó el anticristo. Por último, en el tarot, la carta asociada a la muerte es la que muestra el número 13.

El momento en que se cree que «empezó» la leyenda del martes 13 como el día de la mala suerte fue el de la caída del Imperio Romano en Constantinopla. Dicho hecho histórico ocurrió el martes 13 en mayo de 1453 y fue un hecho trascendental para los cristianos.

¿O es el viernes 13?

Para otros países, el día de mala suerte es el viernes 13, porque la muerte de Jesús en la tradición cristiana fue en viernes. También, lo han relacionado con la captura del líder de los templarios, Jaques de Molay, en 1314.

Aunque, la creciente popularidad de la fecha de viernes 13 como día «maldito» se debe a la serie de películas «Viernes 13». La primera entrega fue en 1980, dirigida por Sean S. Cunningham, y destaca por ser una película de bajo presupuesto que, a pesar de malas críticas en su estreno, se ha vuelto de culto.