El volcán Popocatépetl, majestuoso y omnipresente en el paisaje mexicano, es conocido por muchos nombres y apodos. Sin embargo, uno de los más curiosos y misteriosos es «Don Goyo». Para comprender el origen de este apodo, debemos adentrarnos en la historia de Xalitzintla, un pueblo cercano al volcán, y en las leyendas que lo rodean.
Los Temperos y la comunicación con «Don Goyo»
En Xalitzintla, reside una comunidad de personas conocidas como los Temperos. Estos individuos se consideran a sí mismos como una suerte de sacerdotes o intermediarios capaces de comunicarse con el volcán en sus sueños. Su papel es vital, ya que afirman tener la facultad de anticipar las actividades del Popocatépetl y advertir a los pobladores sobre los posibles peligros que se avecinan.
El protagonista de la leyenda: Don Gregorio Chino Popocatépetl
Dentro de los Temperos, destaca la figura legendaria de don Gregorio Chino Popocatépetl. Este hombre, considerado uno de los temperos más famosos, no solo escuchaba los pensamientos del volcán, sino que se decía que era la personificación misma de la montaña. Según cuentan las historias, don Gregorio aparecía justo antes de que el Popo entrara en actividad, advirtiendo a los pobladores y evitando posibles desgracias.
Otra versión de la leyenda sugiere que Don Goyo era más que un simple humano. Se le describe como un diablillo o nahual, surgido de las ardientes entrañas del Popocatépetl. Se decía que solía pasearse por los pueblos cercanos, advirtiendo sobre el peligro de erupción volcánica. Si alguien tenía la suerte de encontrarse con él, Don Goyo compartía historias llenas de moralejas y consejos, transmitiendo sabiduría a quienes lo escuchaban.
Debido a estas leyendas y creencias arraigadas en la cultura local, los pobladores comenzaron a llamar al Popocatépetl «Don Goyo» en honor a don Gregorio. Cada 12 de marzo, coincidiendo con el día de San Gregorio Magno, los habitantes de Xalitzintla realizan ceremonias y ofrendas en agradecimiento por su labor de informar sobre las condiciones del volcán. Estas ofrendas incluyen flores, mole de guajolote, arroz, bebidas, cigarros, dulces, ropa y sombreros.