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¿Por qué se rompen piñatas en posadas?

En las clásicas posadas, no puede faltar que se rompa la piñata llena de fruta o dulces, pero, ¿sabes de dónde viene la costumbre?
Por Andrés Dávila Monroy
2 minutos
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Las posadas navideñas en México comienzan este fin de semana, y con ello, algunas familias se reúnen para pasar un rato agradable. Comer los platillos típicos mexicanos, como pavo y romeritos, beber ponche y pedir posada. A todas estas actividades se le suma la que generalmente más alegría provoca: romper la piñata. Este es el origen de esta celebración.

El origen de la piñata

La tradición de romper la piñata llegó a México en el siglo XVI con los frailes agustinos. Estos llegan y se asientan en la región de Acolman de Nezahualcóyotl, en lo que actualmente es el estado de México, cerca de la zona arqueológica de Teotihuacán. Esta orden religiosa recibió autorización del Papa Sixto V para celebrar las llamadas «misas de aguinaldo». Estas, más tarde, se convertirían en lo que actualmente conocemos como posadas.

La piñata original consiste en una olla de barro, a la cual se le agregó papel china de distintos colores para hacerla más vistosa y representar los placeres superficiales. En la actualidad, la piñata ya no solo se rompe durante las posadas navideñas. Se ha vuelto un atractivo en diversas festividades, como las fiestas infantiles, donde se usan piñatas de diferentes formas.

Foto: Unsplash

¿Qué representa partirlas?

La tradición dice que la piñata debe tener forma de estrella con siete picos que simbolizan los pecados capitales. Dichos picos deben de ser destruidos con los ojos vendados, pues se hace alusión a que la fe que debe ser ciega, y con la ayuda de un palo. Esta acción representa a la virtud del fiel que termina con las tentaciones.

Los dulces, las golosinas y la fruta (tejocotes, cañas, jícamas) que se encuentra dentro de la piñata representan las riquezas del reino de los cielos. De acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera del Gobierno de México, se pregonaba la enseñanza de que la unión de la fe con la virtud podían vencer el pecado y recibir todas las recompensas del cielo.